viernes, 22 de mayo de 2020

Una cortina de humo autoimpuesta


La naturaleza del hombre lo hace ser sociable, alguien que se organiza con más seres para lograr fines más altos, que solo no podría lograr. De esa forma, el hombre crea la sociedad, en busca de proteger sus libertades, pero más que nada, tratar de que cada uno logre su libre desarrollo y se asegure un bien común.

El hombre se agrupa y crea una sociedad y esta diseña y estructura una forma de Estado. Para llegar a los fines antes señalados es necesario la organización, decidir como se tomarán las decisiones y quien las tomará. Esto nos ha llevado a tener, a lo largo de la historia, distintas formas de gobierno, desde monarquías hasta tiranías. El Perú actualmente es una república, además de acoger una democracia representativa, en la que los representantes son elegidos por todos.

La palabra “república” tiene raíz del latín “respublica”; “res” es “cosa” y “publica” viene de “populus” que es “pueblo”. Esta información etimológica nos puede ayudar a comenzar a tener una idea de lo que involucra vivir en una república.

En una exposición el Dr. Reynaldo Tentalean Odar, uno de los mejores catedráticos que he conocido en mi vida universitaria, explicaba lo que era un pensamiento republicano y un pensamiento monárquico. Mencionaba que el sentido de la republica es la cosa pública, la cosa de todos; eso involucra que los problemas que se dan en la sociedad son problema de todos y, por tanto, deben ser de interés general. Distinto es el pensamiento monárquico, donde los problemas son del gobernante. Llevándolo a un ejemplo, la basura en las calles desde un pensamiento republicano es problema de todos, lo que involucra una responsabilidad colectiva, no solo para no hacer basura, sino para reclamar cuando alguien la arroja; en cambio, en un pensamiento monárquico, esto es problema del gobernante, de la municipalidad, y de esa forma la responsabilidad de todo es del gobierno y su baja inversión o cualquier otra excusa que el colectivo le atribuya.

En el Perú, aunque es una república, el pensamiento es monárquico. Es así como, frente a los distintos problemas que pasan dentro del país se culpa al gobierno; mientras que, alejamos la responsabilidad de nosotros, como si de enfermedad mortal se tratara.

No es necesario mucho para encontrar a alguien dispuesto a opinar de uno u otro problema del país y que este culpe al gobierno. No podemos negar que los problemas abundan, son tantos y algunos tan malos que se pueden oler, hieden. Sin embargo, el enfoque que se le da es externo, el como otros influyen y agrandan el problema, mas este debe ser interno, como uno mismo influye y permite que se agrande el problema. La sociedad vive porque cada ciudadano le da dinamismo, le ofrece la esencia para que tenga existencia. Por ello para que una sociedad, un Estado, tenga éxito y futuro deben sus integrantes interesarse en sus problemas y soluciones, para trazar un camino firme.

El desinterés ciudadano, me arriesgaría a aseverar, es el mayor problema de nuestra sociedad. No podemos afirmar que, la sociedad se encuentra interesada en el país, cuando esta se siente indignada por el problema de moda o al cual los medios de comunicación le dan relevancia. Un verdadero interés involucra un paso continuo y uniforme; se precisa que la ciudadanía utilice todos sus medios para estar informada día tras día y pueda dar una opinión informada y con fundamento.

En este punto podemos comenzar a reflexionar sobre la supuesta cortina de humo que se dice nos coloca la prensa, el gobierno, los intereses económicos, etc. No obstante, ¿realmente existe una cortina de humo? Y es que, cuando salen acontecimientos que mueven el sentir de las masas (por mencionar un ejemplo: la clasificación de Perú al mundial) la gente afirma que se utiliza esto para pintarnos una cortina de humo y así no poder enterarnos de todo lo que hacen aprovechando la ceguera. Es común encontrar memes, frases, opiniones en las redes sociales que afirmar lo anterior. Sin embargo, nosotros mismos somos los que ponemos esa cortina, no queremos interesarnos, esperamos repetir opiniones o crear la nuestra sin base, opinión salida de la ceguera que nosotros mismos nos creamos.

Es común escuchar los reclamos por la llamada “televisión basura”, aquella que solo difunde contenido de baja calidad cultural, educativa, informativa o científica. Sin embargo, la televisión es más que nada un servicio, que como otros se dirige por las reglas del mercado, la oferta y la demanda. La mayoría de la televisión abierta pasa programas de bajo contenido cultural porque es lo que más vende, lo que la gente consume. No podemos obligar a que las cadenas televisivas cambien su programación para que así la gente cambie; mas bien, para que se elimine la “televisión basura” la población debe dejar de ver esos programas y sintonizar los pocos, que sí los hay, programas educativos y culturales.

La información no es difundida por los medios de comunicación, estos se centran en pasar noticias de contenido de baja calidad, le dan horas de cobertura a los ampays, a Guerrero, a la clasificación al mundial, a las cobras y los leones u a otra cosa de menor relevancia. Lo señalado es lo que muchos advierten como una cortina de humo, donde nos enfocan la información a lo que quieran, mientras que el gobierno, la corrupción, los intereses económicos tomas decisiones a su conveniencia y siguen hiriendo a este país, ya sangrante. Si bien esto es cierto en una buena medida, pues en muchas realidades del país existe gente que no puede acceder a internet, a la información globalizada; pero, también existe una gran cantidad de peruanos que sí pueden acceder a los beneficios de la globalización y, sin embargo, desvían la mirada e ignoran los problemas. En este sentido, la cortina de humo no existe, la información muchas veces puede encontrase meridiana; pero, nosotros ocultamos por propia cuenta a los problemas que acontecen, en el humo oscuro de la indiferencia.

La indiferencia a los problemas y el desinterés de la ciudadanía son el venero de muchos otros problemas. La participación ciudadana se limita, muchas veces, a la sola emisión del voto, que incluso se realiza con desinterés y desinformación. Después de las votaciones resolver todos los problemas son del candidato ganador, evidenciándose un pensamiento monárquico. Se reclama la corrupción, la ineficiencia, la ineptitud del gobierno, pero no se esta dispuesto a participar políticamente o al menos de forma fiscalizadora y consciente.

Los problemas, los asuntos que pasan en el país se dejan de lado, en un mundo donde lo más importante es lo que se publica en redes sociales, lo que pasa con el famoso de moda o el caso emblemático que en ese momento los medios de comunicación le den luz, pero que luego se olvida. No nos permitimos ver donde es fácil y necesario, sino que nos perdemos por propia decisión en un mar de desinformación.

Es la época de la globalización, la información no es oculta como antes. La cortina de humo existe, pero esta no es impuesta por agentes externos a nosotros mismos, sino que somos cada uno de nosotros los que nos la ponemos y preferimos ver solo lo que agote más rápido el tiempo sin un trabajo más profundo que el sentarse, oír y perderse en la desinformación. Es necesario un pensamiento republicano, donde los asuntos y problemas del país son de interés de todos y buscamos activante una solución, podemos fiscalizar a nuestros representantes, emitir un voto informado, opinar después de investigar lo suficiente, dar soluciones, organizarnos y atacar el problema o simplemente no agrandarlo. Lo importante en esto es no ser indiferentes y tener interés en el país, reconocer los problemas como nuestros y actuar en consecuencia.

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