viernes, 22 de mayo de 2020

Trago amargo


Entre acordes y copas de ron, la tuna reía y gozaba. Los pardillos serviciales estaban a la orden del Tuno.

Frente de aquel grupo de voces, cuerdas y versos se encontraba una mujer, de hermosa silueta contorneada cual cordillera, de ojos marrones y pelo cual hilos de oro.

Entonces uno de los que portaban la valiosa beca proclamó con voz mandona:

  • -       ¡Sopista ven! – ese era el apodo de un pardillo dentro de esta negruzca agrupación.
  • -       Necesitamos inspiración, pardillo. Así que, tu misión será conseguir que aquella hermosa rubia venga a acompañarnos.

Aquel Pardillo, vestido cual cuervo, va a sus hermanos pardos a pedir apoyo. La gran virtud de la Tuna es su hermandad. Sopista rápidamente comunica la orden.

Entonces, tres desgraciados pardillos, que se encontraban aquella negruzca noche, se acercan valientemente a  la hermosa chica.

  • -        Buena noche, señorita. Pertenecemos a la prestigiosa Tuna y somos un grupo que admira a la mujer y nos sirve de inspiración - entonó Sopista
  • -          Lo que le pedimos es que venga con nosotros para conversar y dedicarle nuestras canciones - dijo Obijuan
  • -          Lo siento, chicos. Pero no puedo moverme de aquí. Tengo cosas importantes que hacer.
  • -      Señorita, quisiera dedicarle un poema, para que vea el aprecio que sentimos hacia la mujer y  así reconsidere su decisión - dijo cortésmente Obijuan y se arrodillo junto a sus hermanos – Por un beso de su boca dos abrazos le daría, tres suspiros que demuestres, cuatro veces mi alegría y en la quinta sinfonía de mi sexto pensamiento, siete veces le diría, las ocho letras de un te quiero, pues nueve veces por usted vivo pero diez por usted muero – declamó con una voz suave y aterciopelada.

La chica se quedó cautivada con tan hermoso detalle, pero dijo:

  • -          Estoy alagada por su consideración, pero no puedo tengo que trabajar.

Ante la negativa que resonaba en sus oídos cual eco eterno, Chasqui, el más veloz, es enviado a dar las noticias.

  • -          Tuno Narciso… lo intentamos pero ella no…
  • -          ¡Pardillo tonto! No puedes hacer nada bien. Ahora quiero que le canten una canción y no se atrevan a desafinar.

Eran como ratones encarcelados sin poder hacer nada. Luego de afinar instrumentos, comenzaron a dar vida al ensueño y a pintar la realidad en cada nota. Al acabar temían caer en el barranco si esos lindos labios volvían a decir que no.

  • -          Muchachos, en verdad lo siento pero no puedo. Debo quedarme aquí a trabajar.

No pudiendo hacer más, aquel grupo tenía que dar la noticia. Había caído sobre ellos la presión de cargar con el Sol y se habían quemado.

  • -          Tuno lo lamentamos, pero… no quiere venir - dijo Sopista
  • -          ¡Pardillos inútiles! ¡Nada pueden hacer bien! ¡De rodajas! – ordenándoles así que se arrodillaran - Y van a ponerse chapitas en las rodillas - ordenó-. Hermanos Tunos vamos a conseguir los que los pardos no pudieron.

Comenzaron a llenar el ambiente silencioso de la noche con versos y notas de amor, mientras se dirigían a aquella bella chica.

  • -          Hoy la Tuna viene a cantar, a la más hermosa del lugar, mil y un versos te dijo, porque por tu amor yo vivo – cantó Narciso

Continuaron alagando a la chica. Ella con cada palabra sentía una satisfacción y veía a ese grupo como el juguete detrás del aparador en los ojos de un niño.

  • -          Gracias muchachos. Me siento halagado.

En la cúspide del momento se desprendió una voz ronca. Eso hizo percatarse al grupo de Tunos de detalles, que con la euforia no hubieran notado. Indagaron en su cuerpo, cual detective buscando pistas. Notaron rápidamente rasgos inusuales en una mujer, desde una garganta gruesa, hasta un bulto entre las piernas y ropa muy provocativa para ser de noche.

Los Tunos no se equivocan, es lo que se profesa en la Tuna. Lo que dedujeron seria resguardado bajo caja fuerte de conciencias. Los cantores se despidieron y agradecieron la atención de la persona y regresaron con sus pardillos.

  • -         ¡Pardos levántense! Ven así se hace. Y ahora quiero que me embarquen una botella de ron – ordenó - para pasar el trajo amargo- susurró.

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