viernes, 15 de abril de 2022

Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisa: Reseña del Club de los Poetas Muertos


Esta conmovedora e inspiradora historia fue en 1990 ganadora del premio Oscar a mejor guion original, además de ser nominada como mejor película, mejor director y mejor actor. 


Se nos hace natural pensar que muchas películas son inspiradas en libros previamente escritos; de donde un perspicaz director trata de sacar las palabras escritas y transformarlas en imágenes y sonidos. Sin embargo, en esta puntual ocasión primero existió una increíble historia contada de manera audiovisual; que al ver el éxito se plasmó y adaptó a un libro. Ambas obras (película y libro) son formidables y merecedoras de ser digeridas y disfrutadas, cuantas veces queramos ser cautivados.

Se nos presenta como escenario la academia Welton, lugar de normas sociales y pedagógicas rígidas y tradicionalistas; dirigida por los principios de honor, tradición, disciplina y excelencia. Podremos ver lo estricto y formal de esta academia, que incluso trata de simplificar la poesía a una simple ecuación; cercenando el pensamiento crítico, creatividad e innovación, con clases monótonas y apagadas.

Siendo que, el nuevo profesor de literatura, John Keating, llega a ser una brisa de frescura e innovación, marcando un estilo y método distinto de enseñanza, incentivando a sus estudiantes a pensar por sí mismos y aprovechar apasionadamente sus vidas.

Además, tenemos a un grupo de jóvenes que inspirados por Keating se unirán al Club de los Poetas Muertos. Club dedicado a vivir la vida tan plenamente como sea posible y a disfrutar de la poesía, como algo que nos hace humanos; de este club solo se puede ser miembro pleno con una vida completa de aprendizajes.

Veremos la evolución de estos jóvenes, que cautivados por la mítica frase del filósofo Horacio “Carpe Diem” (vive el momento), cambiaran en su forma de pensar y trataran de vivir conforme a ello.

El conflicto personal y familiar de estos personajes no es poco. Principalmente son 4 los que destacan más: Todd Anderson, Knox Overstreet, Charlie Dalton y Neil Perry. Todd es alguien tímido, retraído, desconfía de sí mismo, le pesa vivir en la sombra de su hermano y de no poder ser lo suficiente para sus padres; veremos cómo poco a poco gracias a las enseñanzas de Keating logra confiar en su propia esencia y tomar la iniciativa y el valor. Knox Overstreet vivirá los desfortunios del amor juvenil, el ver como la mujer de quien se enamoró a primera vista ya está con otro, de usar sus esfuerzos para escribirle poesía y cautivarla. Charlie Dalton se volverá desafiante a las autoridades y figuras de poder, tratando de vivir más salvajemente, llegando a ser imprudente. Neil descubrirá su fascinación por el teatro, teniendo un conflicto con su padre y las expectativas que tiene en que sea médico, viendo toda su vida controlada por alguien más y sin saber cómo vivir para lo que desea.

Carpe Diem es la locución latina que posiblemente sea la que más deje huella en la memoria del lector o del espectador. Keating la presenta es su primera clase, después de un poema que la representa perfectamente:

Recoged ahora las rosas de la vida
Porque el tiempo jamás suspende su vuelo
Y esa flor que hoy se abre
Mañana estará marchita.


Este mismo sentimiento de vivir la vida lo mejor que se pueda, de aprovechar el tiempo para vivir, se ve representado también por el extracto de la obra de Henry David Thoreau “Walden” o “La vida en los bosques”, que se leía al inicio de todas las sesiones del Club de los Poetas Muertos:

Me fui a los boques porque quería vivir sin prisa. Quería vivir intensamente y sorberle todo su jugo a la vida. Abandonar todo lo que no era la vida, para no descubrir, en el momento de mi muerte, que no había vivido.


Este párrafo personalmente me fascina, por ello corona el título de esta reseña personal. Las traducciones del libro de Thoreau y las traducciones y doblajes de la película cuando mencionan esta parte no me terminan de convencer; no presentan grandes diferencias con el párrafo que anote arriba, pero las palabras seleccionadas no terminan de hacerme sintonía. Pero, la traducción que se hace en el libro, adaptación del guion de la película, sobre este párrafo de Walden me encantó; agradecimientos aparte a María Escrivá de Romaní que hizo la traducción para el libro del Club de los Poetas Muertos.

El Club de los Poetas Muertos ha llegado a ser una de mis películas y libros favoritos, que recomendaría a cualquier persona tanto si quiere leerlo o verlo. Ver cómo cambia la forma de pensar y de vivir de unos jóvenes, la poesía y el carpe diem es meramente inspirador. Nos ayuda a vernos a nosotros mismos y a motivarnos a seguir. Agregado a ello, la resolución de la historia de Neil aprieta el corazón y nos puede hacer llorar, y ver como Todd, el más tímido, toma valor e iniciativa en el último gesto de respeto y admiración de los estudiantes a Keating nos hará también querer alzarnos en nuestros pupitres.

Recomendaría independientemente tanto el libro como la película. La película cuenta con grandes actuaciones (Robin Williams fue nominado al Oscar por mejor actor por este largometraje) y una dirección sólida y con claros objetivos. Aun así, después de ver las 2 horas de la película invitaría a quien sea a visitar las páginas de la adaptación del guion, al haberse hecho después del filme este amplia los escenarios, profundiza los personajes, da más matices y agrega varias escenas que no vemos en la pantalla.

Dentro de lo distinto del libro está un poco la actitud y forma de ser de Keating, en la película es alguien distinto al resto de maestros, más vivo, más apasionado; pero en el libro es reflexivo, está varias veces solo contemplando la vista desde la ventana de su salón de clases, es más enérgico, capaz de saltar al pupitre en más de una ocasión. También está que la escena entre Knox y Chris en la fiesta es más sexual y conflictiva, además en los últimos capítulos del libro podemos leer una escena donde ellos si se gustan y besan. En el libro hay más pasajes con poesía y literatura, mostrándonos la dinámica del Club de los Poetas Muertos. Se nos muestra también lo estricto del colegio y de la precisión de las familias con el grupo de jóvenes parte del Club. Esta mejor descrito y más ampliado la pasión de Neil por el teatro.


Quiero remarcar dos escenas que sí son distintas en ambas obras: el regalo de cumpleaños de Todd y la firma de los papeles sobre Keating. En el primero, en el libro la escena termina de forma melancólica, con Todd yéndose a su habitación, después de contener las lágrimas y de un suspiro profundo, luego de decir estas palabras a Neil:


¿Sabes cómo me llamaba mi padre cuando era pequeño? Medio dólar. Decía que eso era todo lo que podían valer los químicos de mi cuerpo si se les podía meter en botellas y venderlos. Y que nunca valdría ni un centavo más si no dedicaba cada día de mi vida a mejorar. Medio dólar…

Cuando era niño, creía que los padres querían a sus hijos instintivamente. Era lo que me enseñaban en el colegio; y yo acabé creyéndomelo. Pero mis padres parecen reservar todo su amor para mi hermano mayor.


Mientras que, en la película, la escena termina con Neil y Todd tirando el juego de escritorio por el balcón. Cada uno presenta la escena de forma distinta en su resolución y desarrolla aspectos distintos; en la película termina entre sonrisas y acerca la amistad entre Neil y Todd y en el libro profundiza ese sentimiento de no ser suficiente de Todd; ambas nos presentan algo valioso para la historia y que nos deja acrecentar más el desarrollo y profundidad de los personajes y la empatía hacia ellos.


Respecto de la firma de los papeles sobre Keating, es una de las escenas finales; donde a cada uno de los miembros del Club de los Poetas Muertos les hacen firmar unos papeles donde echarían la culpa a Keating por lo sucedido (no diré de qué para evitar spoilers) o serían sancionados hasta con la expulsión. En la película la escena termina con los padres de Todd presionándolo a firmar, sin dejar ver si finalmente lo hizo; aunque luego este afirma a Keating “nos obligaron a firmar”, lo que confirmaría que sí. Por otro lado, en el libro Todd logra enfrentarse a su padre, rompiendo toda la timidez y temor que le tenía, llenándose de valor y negándose a traicionar a su maestro.


- Ya basta, Todd. Firma ese papel.
- Pero… ¡enseñar es toda su vida!
- Eso a ti no te concierne – dijo su padre.
- ¿Y en qué os concierne a vosotros yo? El señor Keating se interesa más por mí de lo que vosotros lo habéis hecho nunca.
- ¡Firma!
- No firmaré.
¡Es un tejido de mentiras! ¡Me niego a firmar!


Esto agrega profundidad y valor al desarrollo de Todd, de un chico que se menospreciaba a sí mismo, que no creía ser suficiente, que era tímido, a alguien con valor para defender sus ideales. Justamente recuerda los versos leídos de W. E. Henley en la primera sesión del Club.

En la noche que envuelve
Negra como el infierno de un polo al otro
Agradezco a los dioses, quienes quiera que sean,
Mi alma indomable.


Por último, les dejaré el poema que escribió Todd y leyó por primera vez, incluso primera vez de leer poemas, en el Club de los Poetas Muertos, y que no salió en la película; pero que expresa perfectamente lo que sentían sobres sus vidas:


Soñamos días de mañana
Que nunca llegan
Soñamos una gloria
Que no deseamos
Soñamos un nuevo día
Cuando ese día ya ha llegado
Huimos de una batalla
En la que deberíamos pelear.
Y sin embargo dormimos.
Esperamos la llamada
Sin adelantarnos a ella
Basamos nuestras esperanzas en el futuro
Cuando el futuro no es más que vanos proyectos
Soñamos con una sabiduría
Que evitamos cada día
Llamamos con nuestras plegarias a un salvador
Cuando la salvación está en nuestra manos
Y sin embargo dormimos
Y sin embargo rezamos
Y sin embargo tenemos miedo.

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