Todos los que viven sueñan: Reseña de «La vida es sueño» de Calderón de la Barca
Nota. Portada del libro La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, Editorial Planeta Perú, 2024.
Este es un clásico indiscutible de la literatura universal, escrito en 1635 por Pedro Calderón de la Barca. La vida es sueño es una obra teatral escrita en verso y ha sido interpretada y adaptada innumerables veces. La escritura de Calderón de la Barca es pulida, usando hipérboles, símiles, alegorías, entre otros recursos literarios, que dotan a esta obra de suma calidad y de una hermosura indiscutible.
Además, Calderón de la Barca a lo largo de la obra usa diversas estructuras líricas (décimas, quintillas, redondillas...) que le dan versatilidad, dinamismo, naturalidad y frescura al relato. Ejemplo de ello es el espectacular uso de la esticomitia (diálogo en que cada personaje dice un verso) en la primera aparición de Estrella y Astolfo con una belleza no solo estética, sino también con una fuerza escénica y dramática; escena emocionante de leer e imaginar, y mucho más de ver en representaciones teatrales:
Estrella: Sabio Tales...
Astolfo: Docto Euclides...
Estrella: que entre signos...
Astolfo: que entre estrellas...
Estrella: hoy gobiernas...
Astolfo: hoy resides
Estrella: y sus caminos...
Astolfo: y sus huellas...
Estrella: describes...
Astolfo: tasas y mides...
Estrella: deja que en humildes lazos...
Astolfo: deja que en tiernos abrazos...
Estrella: yedra dese tronco sea...
Astolfo: rendido a tus pies me vea. (versos 579-588)
La vida es sueño trata sobre el destino y si estamos condenados a él, sobre la justicia y si podemos anticipar y justificar una pena a algo que no sucede, sobre la vida como una ilusión de la cual despertaremos al morir. Respecto a lo último, me encantaría citar los siguientes versos de la obra:
Basilio: […]
porque en el mundo, Clotaldo,
todos los que viven sueñan. (versos 1148-1149)
¡Alerta de destripe (spoiler)!
A partir de aquí abordaré la reseña puntualizando aspectos de la trama, si no quieres destripes de la trama, no sigas leyendo.
Los temas de la obra son profundos y tratados a través de la trama. Estos temas se nos presentan y desarrollan a través de la peculiar situación en la que se encuentra Segismundo, legítimo príncipe de Polonia, quien está encadenado, prisionera en una torre, a la cual por decreto de su padre el rey está prohibido y penado con muerte el entrar. Basilio, el Rey, al nacer su primogénito, siendo él docto en interpretar las estrellas para señalar el destino, analiza las estrellas e interpreta que Segismundo será un príncipe déspota y cruel (además muere su madre dando a luz); por lo que declara que su hijo nació muerto y lo encierra en una torre sin contarle nada sobre el hado, quién es o la razón de encerrarlo.
Segismundo únicamente conoce a Clotaldo, sabio a las ordenes del rey, quien lo ha instruido y alimentado. Así, Segismundo no es una analfabeta, sino que, por el contrario, conoce de diversos temas, siendo muchas veces reflexivo. En este contexto, Segismundo es presentando pensando, filosofando y lamentándose por su situación:
Segismundo: ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma:
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas,
gracias al docto pincel,
cuando, atrevido y crüel,
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto:
¿y yo con mejor instinto
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío:
¿y yo con más albedrío
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad,
el campo abierto a su ida:
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave? (versos 102-172)
Ahora bien, Basilio no tuvo más hijos, por lo que sus sobrinos: Astolfo y Estrella han ido a Polonia para que su tío el rey, nombre quien será su heredero. El rey tuvo dos hermanas, Estrella es hija de la mayor y Astolfo es hijo de la menor pero ha nacido hombre; por lo que (aún se desconocía la existencia de Segismundo) el derecho de suceder al rey es discutible. Sin embargo, Basilio prefiere que ambos se casen para evitar confrontaciones.
No obstante, antes de declarar un sucesor, Basilio pretende contar todo a Segismundo y darle la oportunidad de revelar que no se inclinará a lo que designa el hado (en realidad, arguye tres razones):
Basilio: […]
Pues aunque su inclinación
le dicte sus precipicios,
quizá no le vencerán,
porque el hado más esquivo,
la inclinación más violenta,
el planeta más impío,
sólo el albedrío inclinan,
no fuerzan el albedrío. (versos 784-791)
Pero, esta revelación Basilio pretende que sea realizada mientras Segismundo se encuentre drogado y esté en un estado de medio sueño, para que en caso este se comporte despiadado y cruel, simplemente luego se le diga que todo fue un sueño. Además, Segismundo tiene una actitud indómita y con ansías de libertad, lo cual podría hacer creer cierta inclinación a los designios de las estrellas:
Clotaldo: […]
porque en efecto la sangre
le incita, mueve y alienta
a cosas grandes, y dijo:
«¡Que en la república inquieta
de las aves también haya
quien les jure la obediencia!
En llegando a este discurso
mis desdichas me consuelan;
pues, por lo menos, si estoy
sujeto, lo estoy por fuerza,
porque voluntariamente
a otro hombre no me rindiera». (versos 1052-1063)
Al saber Segismundo la verdad se ve llevado por sus emociones y se muestra vengativo, queriendo matar a Clotaldo (quien escapará dos veces) pues el sabia la verdad y pese a ello lo mantuvo cautivo, incluso arroja por la ventana a un criado. Esto hace ver al rey que lo que observó en las estrellas era cierto y manda a recluir nuevamente a Segismundo. Entonces, Segismundo se ve encarcelado nuevamente, creyendo que todo fue un sueño, lo cual es reafirmado por Clotaldo quien lo persuade a esta conclusión. En este momento es que Segismundo recita el monologo más conocido de esta obra:
Segismundo: Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son. (versos 2148-2187)
Sin embargo, el pueblo ahora ya conocía la existencia de un príncipe heredero, pues Basilio para liberar a Segismundo y sea tratado como legítimo príncipe (aunque luego vuelto a encarcelar), contó sobre la existencia de Segismundo y las razones de su encierro. Entonces, un parte del pueblo va hasta la torre donde está Segismundo y lo libera, diciendo incluso que aun si es déspota quieren ser gobernados por el príncipe legítimo. Esto refleja la convicción de la época en un derecho natural en cuanto al derecho legítimo a gobernar, que va más allá de lo que la ley escrita o decretada por el rey establezca. En este punto, Segismundo duda de la realidad de tales hechos o si solo sigue soñando:
Segismundo: ¿Otra vez (¿qué es esto, cielos?)
queréis que sueñe grandezas
que ha de deshacer el tiempo?
¿Otra vez queréis que vea
entre sombras y bosquejos
la majestad y la pompa
desvanecida del viento?
¿Otra vez queréis que toque
el desengaño, o el riesgo
a que el humano poder
nace humilde y vive atento?
Pues no ha de ser, no ha de ser.
Miradme otra vez sujeto
a mi fortuna. Y pues sé
que toda esta vida es sueño. (versos 2307-2321)
Pero, al ver el apoyo del pueblo, que estaban al pie de su torre, decide tomar el poder y se desarrolla una guerra civil (la cual se desarrolla rápidamente en la obra, pues no es tema principal de esta). Esta guerra civil la va ganando el lado de Segismundo y logran capturar a Clotaldo; solo que, contrariamente a la primeras veces, en esta ocasión, Segismundo decide dejarlo ir junto al rey y defender sus ideales. Del mismo modo, cuando se encuentra con su padre decide no matarlo ni dar venganza alguna, demostrando que pudo ir en contra de lo que designaba el destino. Esta convicción y decisión última es inspirada por lo vivido, pues luego de creer que todo era un sueño, concluyó que todo en la vida en sí es un sueño, los placeres y pesares de los ricos y los pobres y que al final todos llegamos a la muerte, lo cual se expresa claramente en los versos más conocidos de esta obra, citados previamente. En este sentido, Segismundo expresa que todo es efímero y pasajero, siendo todo en la vida solo un sueño, del cual luego despiertas en la muerte o, para él, en una prisión, donde nuevamente se encontrará sin nada. Así, al final de la obra, expresa:
Segismundo: ¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
y estoy temiendo en mis ansias
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como sueño. (versos 3305-3314)
Punto aparte, corresponde hacer mención a la subtrama de Rosaura, con quien inicia la obra y quien encuentra recluido a Segismundo, aunque no es determinante para que lo liberen (tal decisión ya la había tomado Basilio). Rosaura es la prometida de Astolfo, quien la engañó y fue a Polonia como soltero para poder desposar a Estrella y en pareja, conforme a los deseos de Basilio, ser declarados los sucesores y posteriormente gobernar. Por lo que Rosaura quiere cobrar venganza, pero no está decidida a como tomarla, mucho menos a hacerla de propia mano; aquí se debe tomar en perspectiva la situación de Rosaura y la idiosincrasia de la época, donde la infidelidad era una afrenta importante en el honor e imagen pública de una mujer, además de no ser propio para una mujer tomar venganza en sangre por su propia mano, siendo necesario que alguien más la tome por ella. El final de su historia no es de muerte de su prometido, sino que, para igualar la afrenta, Segismundo la toma como su prometida al final de la obra.
Si bien el personaje de Rosaura no determina la liberación de Segismundo, sí contribuye a que tenga acciones más mesuradas y no se deje ir por las emociones de crueldad y venganza. También Segismundo desarrolla sentimientos de amor hacia ella, dedicándole (quiero citarlas) unas hermosas palabras:
Segismundo: […]
Yo vi en reino de olores
que presidía entre comunes flores
la deidad de la rosa;
y era su emperatriz por más hermosa.
Yo vi entre piedras finas
de la docta academia de sus minas
preferir el diamante,
y ser su emperador por más brillante.
Yo en esas cortes bellas
de la inquieta república de estrellas
vi en el lugar primero
por rey de las estrellas el lucero.
Yo en esferas perfectas,
llamando el sol a cortes los planetas,
le vi que presidía
como mayor oráculo del día.
Pues ¿cómo, si entre flores, entre estrellas,
piedras, signos, planetas, las más bellas
prefieren, tú has servido
la de menos beldad, habiendo sido
por más bella y hermosa,
sol, lucero, diamante, estrella y rosa? (versos 1596-1617)
Por otro lado, Rosaura sirve para darle complemento a los pesares de Segismundo, pues ella tiene sus propias desfortunios y venganzas. En este extremo, las palabras de Rosaura al conocer a Segismundo son ilustrativas:
Rosaura: […]
Sólo diré que a esta parte
hoy el cielo me ha guiado
para haberme consolado,
si consuelo puede ser,
del que es desdichado, ver
a otro que es más desdichado.
Cuentan de un sabio,
que un día tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que comía.
¿Habrá otro —entre sí decía—
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó. (versos 247-262)
Por último, cabe anotar que La vida es sueño es una obra que logra argüir a través del desarrollo de su trama la idea de que los placeres y desdichas de la vida son meras ilusiones, dando un sentido efímero a todo; frente a lo cual Segismundo toma una resolución frente a tales conclusiones, la cual nos puede servir para nuestra propia decisión sobre que hacer respecto al saber que todo es efímero, que todo es sueño:
Segismundo: A reinar, fortuna, vamos;
no me despiertes, si duermo,
y si es verdad, no me duermas.
Mas, sea verdad o sueño,
obrar bien es lo que importa.
Si fuera verdad, por serlo;
si no, por ganar amigos
para cuando despertemos. (versos 2420-2427)